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Entre ordenamiento taxonómico y tabla periódica cabría organizar los denominados espeleotemas, en función del proceso conformativo de los sistemas cristalinos, los ejes de su geometría espacial, metales, metaloides, materia orgánica y/o tierras que la condicionan, el medio ambiente en que se generan, las particularidades atmosféricas, las cargas electromagnéticas que las posibilitan y el comportamiento de los iones en la disolución durante la denudación de coloides nucleicos y demás microscópicos detritos; en esencia origen de la eclosión cristalográfica.

De los muy diversos tipos de cristal y distintas morfologías, las socorridas denominaciones populares tratan de acercarse a diferenciarlas mediante inadecuada vulgarización, con improvisados epitetos figurativos, en función de los hábitos; se trate de aspectos aparentes, aglutinaciones aciculares o bien placoides y cúmulos tabulares.

En la etimología de ‘cristal’ su radical indoeuropeo kreus- significa ‘frío’, hielo a partir del agua (dendritas estelares en los copos de nieve), elemento fundamental en la creación estructural del polígono hexagonal básico y en cuyos apéndices se dispara el reproductivo crecimiento fractal, reorganizando las moléculas de hidrógeno y oxigeno, compartiendo electrones. Cristales característicos del agua. Costra, corteza, cresta (griego cristallus, latín crista) y de donde ‘cristal’; pero no vidrio.

Porque ‘vidrio’ se tiene por ‘ver al través’, latino vitreum < vitreus; a partir del radical indoeuropeo weid- (vídeo, visión, etc.) y se correspondería con la acción y efecto de vitrificar; si bien H. Pingarón (etimologias.dechile.net/vidrio) advierte que en realidad el concepto se refiere al primitivo color levemente azulado (celeste, cerúleo, también algo verdoso) de los translúcidos abalorios prehistóricos; creados por los fenicios del delta nilótico egipcio y Oriente Medio, en su momento materiales teñidos mediante sulfato de cobre (de donde se obtiene vitreolus, el vitriolo ácido sulfúrico), en función de la ancestral tradición femenina de embellecerse con el glasto, la planta del vitrum (Isatis tinctoria); una crucífera de cuyas hojas se obtenía pigmento análogo al añil y con el cual se embadurnaban el cuerpo y también resaltaban la belleza de los ojos.

Ciertamente, el vidrio materia cerámica amorfa organiza las moléculas de forma irregular; mientras el cristal lo hace conforme a estructura regular. Ahora bien, la tradición metalúrgica insular apenas distinguía entre vidre y vernís, seguramente debido al origen paleosemítico de ambos términos y su directa relación con el color verde del cobre tan tempranamente utilizado en esmaltes, cerámicas, cristales* y embarnizados.

Como al bajar la temperatura en las moléculas del agua la bipolaridad estructural entre la diferente electronegatividad del oxígeno y la del hidrógeno se aglutinan en placas hexagonales, cualquier elemento disuelto en el líquido tiende a adaptarse a su carácter poligonal, especialmente en el caso de los carbonatos. De modo que la sucesión de tales cristales dendríticos acumulan volúmenes cuya direccionalidad está en función del medio ambiente donde se generan; aunque siguiendo ejes en buena parte condicionados por la aleatoridad de la denudación coloidal. Sea ésta aportada por la fluencia hídrica o bien se trate de coloides depositados por el polvo atmosférico, los desprendimientos detrítico cenitales, las corrientes de aire y bacterias. Hasta que excesivo crecimiento, peso, erosión hídrica y/o corrosión hidrocarbónica ataca la morfología y puede acabar incluso por destruirla totalmente.

La fuerza de cohesión en los cristales espeleotemáticos, debida a las interacciones electromagnéticas de atracción y repulsión (J. D. Van der Valls, 1923) de los enlaces intermoleculares, sufren contingentes variaciones influenciadas por la propia proximidad de las otras conexiones del complejo y los campos magnéticos que pueden estar afectando a toda o bien parte de la estructura. Por lo común produciendo las características espículas del hielo y los copos de nieve, en función del intercambio energético entre el estado calórico de los iones y el inmediato medio atmosférico más frío, donde se produce el evento. Calor que al liberarse inhibe nueva cristalización y así sucesivamente. Siendo Ukichiro Nakaya (1954: “Snow Crystals....” ISBN 9780674182769, 510 págs. Harvard University Pres) quien limita a cuatro diferencias esenciales la forma organizativa de los cristales del agua: placas, agujas y prismas, placas dendríticas y vainas; con específicas formas prismáticas macizas y prismáticas huecas. Estas últimas generadas con bajo índice de saturación hídrica.

Los griegos se referían al cuarzo como crustallos, es decir kroos’-tal-los (gota fría), cristal, en vulgar román paladino ‘carámbanos de hielo’ o cualquier otro elemento asimilable, como las estalactitas. K(a)ramu-anos / caramu(v<b)anos relativo a cúmulo cristalino, catalán caramulla, excrescencia; latín caramellus / calamelus en cuanto caña dulce o de miel.

En esta cuestión cristalográfica se dan distintas composiciones para una misma morfología, conforme al conocido caso químico de la calcita y el aragonito. Entre el calcio y la dolomita similitud solamente diferenciable por el magnesio contenido en esta segunda. También produciéndose la conocida singularidad del diamante, carbono puro como el grafito, los carbones y el hollín. Alopría (Berzelius, 1841) del carbono que hace posible diversas variantes estructurales.

D. Gratet de Dolomien (1791) se fija en las materias contaminantes que, penetrando en el paquete cristalino, les permite acoplarse como si fueran puras y aportando, mediante el agente colorante o los pigmentos en los minerales alocromáticos, la tonalidad al cristal.

Siendo el agua cálida el principal disolvente en la espeleotemática calcítica, por lo general introducida en el subsuelo durante el verano, cuando la temperatura del terreno es más alta y las corrientes de convección subterránea calientan las rocas internas y la atmósfera de las cavernas. Después en invierno, al invertirse el proceso se enfría el sistema y en buena medida reactiva los fenómenos de cristalización hipogeica, pero no necesariamente los latentes procesos hipogénicos.

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*  Está acreditado el significado de ‘cristal’ en el sentido de chriō y cristus (Eurípides, siglo V antes de Cristo), referido a la costumbre prehistórica de untarse el cuerpo con un aceite resinoso para protegerlo y embellecerlo. Luego recurso habitual en anacoretas y ermitaños que, prácticamente al desnudo, solían vivir en solitario. Barniz de santidad (sánscrito varnika, pintura; latín veronicis, griego veronik, vernís del catalán) generador de la aureola “divina” al evaporar y resecarse la sustancia o cristalizar en el cuerpo del santón.

J. A. Encinas, Pollença (Mallorca), 4.04.2022

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